domingo, 13 de octubre de 2013

NACIMIENTO Y SUEÑOS: INFANCIA, JUVENTUD Y LLAMAMIENTO A LAS MISIONES





CAPÍTULO  I
NACIMIENTO Y SUEÑOS
TRASFONDO BIOGRÁFICO
INFANCIA Y JUVENTUD DE RALPH
La villa de Sudbrook, monmuthshire, Inglaterra, fue fundada en el siglo 19 para acomodar a los constructores que construían el Severn túnel.  Esta hazaña histórica  proveería un túnel para la vía férrea bajo el rio Severn para acortar las distancias entre el norte el sur de Britania.
Una comunidad fue establecida para llevar adelante este proyecto de C. H. Walker. Fueron construidas casas completas para albergar a los constructores del puente de 8 kilómetros de largo bajo el rio. La villa de Sudbrook fue construida con una iglesia, casa pastoral, escuela, oficina postal, tienda y enfermería.  Como fundador C.H. Walker seguido ministraba en la iglesia. Mas tarde un pastor con su familia vino a ocupara la casa y atendía las necesidades espirituales de la villa. Con unos pequeños cambios la villa sigue en pie albergando a sus ciudadanos ingleses.
La villa va a lo largo y sobre la línea férrea en la bahía. El túnel de Severn está bajo la villa y el tren pasa abajo cuando comienza su viaje tempranero bajo el rio. Los niños en sus camas pueden saber la hora por el ruido del tren bajo sus camas.
El papá de Rafael, James Williams, fue contratado a trabajar con C. H. Walker en el proyecto del túnel bajo el rio Severn. Se mudó con su esposa y dos hijos de la ciudad cercana de Caldicot a Sudbrook. Los otros 6 hijos nacieron en la villa.
Jaime y Sara Williams engendraron a: Raymond – 1889-1949-,Mabel -1891-1909, James -1893-1985-, Owen -1895-1915-,Olive -1898-1994-,Richard,1900- 1930- Ralph -1902-1982 y Beryl -1908-1988-.
Las excavaciones en el túnel comenzaron en 1879 y en 1886 los trenes pasaban en los diez kilómetros en dos carriles. Para ir y venir. Una inundación inesperada llenó el túnel donde pasarían los trenes. Con bombas tuvieron que desalojarla. El papá de Rafael era jefe de la cuadrilla encarga  de desalojar el agua con una bomba caldera. Hoy se usa una planta eléctrica para desalojar el agua cuando se inunda y da trabajo a obreros en la moderna villa de Sudbrook.
Cuando el túnel fue completado otro proyecto para ampliar la via férrea fue comenzado por Mr. Walker: Great Westen Railway. Muchos trabajadores continuaron trabajando en el nuevo proyecto.
Mr. Williams era también ingeniero. Su trabajo había sido exitoso en el uso de la caldera para extraer agua del túnel.  Esto le trajo reconocimiento de la empresa y Williams trabajó en la compañía hasta retirarse.

INFANCIA Y JUVENTUD DE RAFAEL EN INGLATERRA
Nacido en Sudbrook, Inglaterra, Rafael era el séptimo de ocho hijos. Su padre era de Gales y su madre inglesa. El hogar de los Williams era un hogar evangélico.  Todas las mañanas después del desayuno se juntaban para hacer el altar familiar. Después de orar y leer las escrituras se terminaba con el Padre Nuestro.
En una campaña evangelistica en su iglesia local, Ricardo hizo su decisión por Jesús.  Él pensó ganar a Rafael para el Señor pero rehusó el ofrecimiento.  “Si quieres ir al infierno allá tú”. Yo ya no insistió, dijo Dick a Rafael, tratando de persuadirlo. A pesar de haber sido impresionado por las palabras fuertes de Dick, Rafael no estaba deseoso de creer. Como era de costumbre se arrodilló junto a su cama y repitió la oración que había aprendido en su niñez: “Querido Jesús: ten misericordia y cuida a este pequeño hijo tuyo; ten piedad de mi frialdad para ti”. En este momento el Espíritu Santo trajo convicción a Rafael y no se resistió. Después de pedir perdón invitó a Jesús a su vida. El  siguiente día compartió con sus compañeros de trabajo su decisión y ganó a varios de ellos para Dios. Rafael y Dick compartieron con sus compañeros de trabajo acerca de la obra del Espíritu Santo en sus vidas. Ellos recibieron el Bautismo del Espíritu Santo y les motivaron a servir al Señor.
La experiencia pentecostal trajo a Rafael un gran cambio en su vida. La vida formal de su iglesia había pasado a una experiencia diaria con el Espíritu Santo.
Durante el verano Rafael y Dick y otros amigos  comenzaron a viajar a la los lugares vecinos para tener predicaciones al aire libre. En el invierno predicaban en casas de campo y donde las puertas se abrían.  Durante este tiempo Dios preparaba el corazón de Rafael para cosas grandes que vendrían en su vida.  Uno por uno fueron guiados los pasos a fin de prepararle para el largo viaje que emprendería, cruzando el océano Atlántico, a tierras lejanas que el no conocía y donde desarrollaría un servicio a Dios como PIONERO DE PENTECOSTES EN AMÉRICA.
Cuando un día leía la revista Pentecostal Evangel – Evangelio Pentecostal-  Rafael leyó el anuncio de Glad  Tiding Bible Instituto – Instituto Bíblico Glad Tiding-  en San Francisco California. En  estos días había pocos institutos bíblicos pentecostales. Tendría que ir miles de kilómetros fuera de casa para poder instruirse para el trabajo para Dios. Copio la dirección y escribió al instituto pidiendo una solicitud para poder ingresar. Fue un día muy feliz cuando recibió contestación a su carta donde le animaban a estudiar en San Francisco California, USA,
Pronto Rafael y Dick comenzaron a prepararse para viajar a América. Antes de viajar estos dos jóvenes asistieron a una convención misionera cerca de su casa. Alice Luce, una misionera veterana en la India y América Latina era la predicadora. Después de escuchar a los dos muchachos su experiencia juvenil en la  predicación, Alice les dijo que ellos era una respuesta a la oración: preparar jóvenes dispuestos al campo misionero. Especialmente a México. Rafael había orado a Dios por ir de misionero al Tíbet. Pero Luce les animó para ir a América Latina donde había grande necesidad de misioneros ayudar al nuevo movimiento pentecostal.
Se preparó un culto especial para la ordenación de Fafael y Dick. El anciano de la comunidad hizo los preparativos. A pesar que había entusiasmo de los familiares por la celebración; ellos sabían que estaban perdiendo a los jóvenes. Durante el evento, la madre de Rafael sabía que Dios estaba detrás de todo esto. La señorita Olive Alfrod dijo que lal madre de los jóvenes le había contado que ella sentía que Dios iba con ellos. Mientras los ancianos oraban imponiéndoles las manos, su madre veía en visión como Jesús ponía sus manos sobre los dos ingleses misioneros yendo al campo en América. Vio las manos de protección de Jesús sobre ellos y fue grandemente confortada por Dios.
Llegó el día de partir. Dejaban la tierra de sus recuerdos. No era fácil para estos muchados de  22 años; pero estaban seguros que estaban el la perfecta voluntad de Dios. Se lanzaron a América donde les esperaba una lluvia de bendiciones y dificultades. Una nueva vida estaba por delante. Nueve días después de partir de Inglaterra, cruzaron el Atlántico en el barco. Rafael y Dick vieron de lejos la estatua de la Libertad de New Yok. Ellos habían llega a América igual a Cristóbal Colón. Ellos a conquistar almas para Dios. 6 días en tren les llevó a San Francisco California, cruzando de costa a costa Los estados Unidos de América. Fue un día muy lindo cuando conocieron al pastor Robert Craig que les esperaba ansioso de verlos. Él era el primer amigo en un mundo desconocido para ellos.
Comenzaban una nueva vida para Rafael y Dick. Una nueva vida llena de esperanza, dificultades a vencer, pero sobretodo: Una vida de FE. Las siguientes historias nos cuentan de el trabajo de “Cavar pozos” con alegría, dificultades y sorpresas. Todo para que de este pozo generaciones futuras pudieran extraer con facilidad “Agua que salta para vida eterna” por gentes de Centroamérica y el mundo.

UNA ESPOSA PARA RAFAEL
Solo unos pocos años habían pasado desde el gran avivamiento pentecostal en América. Zusa street, 1906-1909. Del derramamiento del Espíritu Santo nacieron varias iglesias: Asambleas de Dios, Cuadrangular, Iglesias de Dios. Tres años despúes – 1917- un pequeño instituto bíblico fue fundado en San Francisco, California. Los alumnos estaban ansiosos de conocer más de la Biblia y de la experiencia pentecostal: hablar en nuevas lenguas y manifestación del los dones. Hechos 1: 8. Este poder glorioso que no se había experimentado desde la iglesia primitiva.
Después de decir adiós a mi familia en Inglaterra, buscaba la voluntad de Dios para mi vida en América. Me senté en el pupitre de la esquina del salón de clases. Mis ojos se fijaron en una bella joven en el otro extremo del salón que miraba fija un mapa en la pared del salón. Nuestras miradas se cruzaron al dar ella la vuelta. Y Cupido me flechó de primera vista. Ella no fue flechada por Cupido. ¿Quién se interesaría en un caballero inglés?, pensó ella. “Además de esto yo he venido a aprender como servirle a Dios mejor, no para enamorarme”, volvió a pensar. En las reglas del instituto se enseñaba: “La cortesía es buena, no más alla”. Los noviazgos no eran permitidos en el internado. Joya y yo sentíamos atracción el uno al otro. Nos sentábamos juntos a hacer las  tareas. Era como estar en el cielo con ella.  Era la única oportunidad de estar juntos. La mejor oportunidad era cuando hacíamos las  tareas en la cocina. Cuando lavábamos los trastes, yo le tomaba la mano y ella sonreía. Era una delicia.
El tiempo pasaba y yo trataba de establer prioridades: La oración y mis estudios. Mi primera amor era para Dios y no debía descuidarlo. Poco a poco creí que mi atracción por Joya era de Dios. Iban a pasar dos años de estudio y al graduarnos cada uno tomaría sucamino. Aunque éramos solo amigos nunca habíamos tenido oportunidad de hablar seriamente sobre nuestra relación.
Busqué consejería con el Director del Instituto, Pastor Craig acerca de mi interés por Joya. Despúes hablaría con Joya. Pastor Craig creía que era lo correcto lo que había hecho al buscarlo a él para ayuda. El mismo hizo el arreglo para mi cita con Joya en el Golden Gate Park. Allí le dije que le amaba. Algo que ella ya sabía.
Algunos meses mas tarde tuve preocupación acerca de nuestro noviazgo con Joya. Supongamos quenuestro noviazgo le aleja de los propósitos de Dios para ella., Me pregunté. Los dos teníamos llamado a servir a Dios en nuestras vida. Yo al sur de California, ella al norte de California. No estaba dispuesto a soltarla si teníamos un llamamiento común. No había recibido respuesta a mi inquietud delante de Dios. Despúes de unos meses de incertidumbre; las respuesta vino cuando estaba en un retiro espiritual. Me sentí libre para orar sobre el asunto y dejé las cosas en las manos de Dios. Como suele suceder cuando oramos a Dios en petición. La respuesta puede ser inesperada. Cuando trataba de alejar de mi mente a Joya, descubría que amor por ella era más fuerte.
El 23 de diciembre de 1925 Joya y yo nos casamos en una doble boda. Ricardo mi hermano biológico, con Minnie Lehman. El pastor Craig celebró la boda. Asistieron amigos, familiares y alumnos del instituto. La ceremonia fue transmitida por radio a los hermanos de habla hispana y mi hermano Ricardo predicó  su primer sermón en español.

A  SAN DIEGO Y MÁS ALLÁ
Siguieron los acontecimientos después de la boda. Después de llegar a San Diego; joya pagó nuestro primer mes de renta con los últimos cinco dólares que teníamos. La siguiente mañana un carpintero amigo le dio trabajo a Dick y a mí como carpinteros.  Nuestras necesidades financieras eran suplidas por el momento. Estábamos ansiosos de comenzar nuestro ministerio. Comenzamos reuniones evangelisticas en el  apartamento rentado.
La misionera pionera Alice Luce, que nos motivó a venir a América cuando todavía estábamos en Inglaterra estaba actualmente en San Diego. Junto a otros misioneros nos recomendaron a Ricardo y a mí para ser enlistados como misioneros de Las Asambleas de Dios para América Latina.
Alice Luce planeaba abrir un instituto Bíblico en San Diego para adiestrar a creyentes hispanos para que estos ganaran almas en México. No estaba permitido a misioneros foráneos predicar en México. Una adecuado local fue encontrado y Alice hizo los arreglos financieros necesarios. Con Ricardo nos encargamos de remodelar el local de cuatro dormitorios de una casa y de la construcción de una iglesia y salones de clases. Un auditorio para devocionales y aula de clases de 10 metros por 12 metro. Hicimos todo el trabajo necesario excepto el alambrado, fontanería y repellado.  Hicimos el ensayo. El trabajo estuvo listo para Julio par la convención de pastores mexicanos que venían de muy lejos: de Texas y de la república mexicana. El superintendente Henry C. Ball estuvo también con nosotros.
Este era un buen comienzo para nuestra nueva iglesia en San Diego, California y especialmente para nuestro inagurado instituto bíblico. Yo era el pastor de la iglesia y director del instituto. Maestro de 12 alumnos. Además predicaba en el centro de la ciudad en una misión hispana.
En 1928 el Señor nos dio nuestro primer hijo: OWEN. Un bello bebe. Con dinero que me envió mi padre, compre un terreno y construí una casa. Pronto recibí invitación de los hermanos de la ciudad de México de ira a ayudarles enseñando en el instituto bíblico del DF.  Renuncié a la dirección y maestro del instituto en San Diego y viajé por tren a la ciudad de Juárez en enero de 1928.
Vine a servir en México bajo la dirección de Rev. David Ruesga, superintendente de las Asambleas de Dios de México. Trabajé a la par de Anna Sander – Fundadora de Las Asambleas de Dios de México- y de Maud Thomas, misionero de Gales. Encontramos casa temporalmente cerca de la iglesia y comencé mis actividades enseñando en el desarrollo del instituto. Los maestros fueron bienvenidos. Tenía cuidado en mi predicación por la  posibilidad de que migración llegara a la congregación en busca de extranjeros ilegales. Casi no sentía el  tiempo enseñando, con la dirección a mi cargo y de vez en cuando predicando. Owen había cumplido 3 años y esperaba la llegada del segundo bebé. El sostén del Departamento de Misiones de USA llegaba, solo que la mitad de lo que normalmente llegaba. Por necesidad económica me dieron permiso de construir en el patio de la iglesia una casa. Un cuarto de 4 por 5 metros. Aquí vivimos hasta el final del años. Compré madera y herramientas e hice muebles para la casa. Primero un corral para owens. Despúes guardarropa para el niño. Finalmente hice el baño y arreglé el dormitoria para Joya.
Pagar hospital privado para que naciera nuestro segundo bebé no estaba a nuestro alcance. Contratamos una enfermera que nos recomendaron. Joya tuvo un accidente en el baño. Se cayó cuando tropezó con el gato. Corrí para ayudarle. Fue muy doloroso para ella por una semana. La enfermera hizo todo lo que pudo. La madre y el bebé estaban muy débiles para un nacimiento normal. Perdimos las esperanzas . Nuestra bebé fue enterrada sin que su madre la viera. Fue difícil entender porque Dios permitió esta pérdida. Pero Ël nos dio gran consolación y fortaleza. Enseñando y dirigiendo el instituto bíblico el tiempo se iba. Los hermanos mexicanos estuvieron con nosotros y fue mas fácil aceptar la perdida de la bebé.

DE LA CIUDAD DE MÉXICO A SANTA ANA, EL SALVADOR.
Con la pérdida de nuestra bebé y la pérdida de nuestro bienes personales en una revolución, sentíamos que habíamos tenido muchas sorpresas en América. Esperábamos con urgencia la llegada de nuestro misionero Henry C. Ball a México. Cuando Henry llegó, el inmediatamente nos compartió un pedido de ayuda que venía de El Salvador.  Esta noticia nos sorprendió mucho. Teníamos casa y ministerio en la ciudad de México. ¿Deberíamos partir tan pronto?, fue nuestra pregunta al Divino.  Henry C. Ball nos contó como el pentecostalismo había comenzado en El Salvador y de su progreso. Nos habló del líder salvadoreño Francisco Arbizú, el creyente más entusiasmado en establecer Las Asambleas de dios en El Salvador. . Con él me llevaría muy de cerca en el año siguiente. Hermano Ball me mostro el mapa donde se encontraba El Salvador, sus ríos, volcanes y sus principales ciudades. Donde el Señor me estaba enviando. Ball me compartió la gran necesidad de ayudar a los hermanos salvadoreños a establecer la iglesia nacional. Los hermanos de Springfield, Missouri creían que era la decisión correcta que Joya y yo fuéramos a El Salvador a servir urgentemente en la fundación de Las Asambleas de Dios.
En 1927, mi hermano Ricardo y yo, y otros pastores mexicanos viajamos al concilio general- reunión anual de pastores y delegados de iglesias- en San Antonio Texas.  Experimentamos gloriosos experiencias en la Palabra, adoración y manifestación de dones del Espíritu santo en cada sesión. Predicaba Gaston, superintendente general del concilio de USA. En esta reunión Dios tenía planeado otro paso que dar para nuestro futuro. En las sesiones de reunión yo servía en el comité de misiones foráneas, junto a un joven salvadoreño. Mientras hacíamos los reportes misionero y hacíamos  nuestros trabajos, hicimos una linda amistad. Una gran amistad y entendimiento nació entre Francisco Arbizú y yo. Le llamábamos “Chico”, Ricardo y yo, cariñosamente. Estaba decidido que Joya y yo íbamos a trabajar al campo misionero de El Salvador. Ricardo, mi hermano, me dijo que le había tomado mucho aprecio a hermano  Chico Arbizú. Ricardo no sentía que debía venir a servir como misionero a El Salvador. Mi hermano estaba complacido que yo fuera a El Salvador. En 1930 Ricardo y Minie fueron al campo misionero en Perú. Después de un corto período de un año Dios le llamó a su presencia.
Pronto comenzaron los preparativos para trasladarnos de México a El Salvador. Solo poseíamos una cama matrimonial y otra para Owen. Era nuestro comienzo. Después de las ocupaciones diarias ministeriales, me ocupaba en la meditación, oración y lectura de la Biblia.
Disfrutamos los paisajes, comidas en el viaje de 5 días de México a la frontera. En la frontera de Guatemala pasamos rápido el chequeo de migración. Después de pasar la noche en un hotelito, esperábamos el resto del viaje. Dos agentes nos llevarían al rio para pasar a la ciudad de Suchiate, Guatemala. Estuvimos de acuerdo con la propuesta. Los agentes nos dijeron que era corta la distancia a la frontera. Nuestra familia iba adentro del vehículo, pero nos  admiramos que el rio estaba a unas pocas cuadras. Descargamos las maletas sin ver el puente sobre el rio.
Los agentes comenzaron a decirnos: No les podemos ayudar mucho con el dinero que nos han dado para cargar las maletas. Tienen que pagarnos más si quieren que les pasemos el rio encano y les ayudemos con las otras maletas. Ustedes dijeren que nos acarrearían las maletas y todo por tanto, Les dije. Nos ustedes no entendieron nuestro español, replicaron. Para impresionarnos, les hizo señal a un policía para que viniera a resolver la situación. Me enojé, y le dije: Yo entendí perfectamente tu español, y no te molestes en llamara al otro policía. Yo lo haré. Cuando comencé a caminar hacia el otro policía, el dijo: No lo llame. Voy a llevar las maletas y le cruzaré en la canoa. Tomó las maletas y nosotros con las maletas de manos nos conducimos hasta el borde del rio. Dimos gracias a Dios al llegar al rio. Pasamos a migración a chequearnos y buscamos un hotel barato. El siguiente día tomamos el tren hacia la ciudad de Guatemala. El campo era bello, la  tierra fértil y encontramos una capital moderna.
Partimos de Guatemala a El Salvador, cruzando la últimas frontera para llegar a nuestro destino misionero. En la frontera tuvimos un pequeño percance con Owen. El no  le faltaba una vacuna, lo cual hicieron en la oficina de Saludo. Llegamos a la ciudad de Santa Ana sin novedad. Solo Dios sabía lo que nos esperaba a una pareja de 20 años con un niño.
Todo era extraño para nosotros pero el  que había cuidado de nosotros en el largo viaje desde México, nos continuaría cuidando. Arribamos con sesenta dólares para comenzar misiones en El Salvador. Le mandé un mensaje a hermano Francisco Arbizù, que vivía en Santa Ana, que un americano le buscaba. El país no era del todo extraña para nosotros pues al menos, teníamos a un amigo. A la caída de la tarde, recordé que era navidad: 24 de diciembre de 1930.  Salí del hotel a buscar unos adornos de navidad. Después de cenar y descansar, celebramos la navidad en familia y le dimos gracias a Dios por el regalo de Dios al mundo: Jesucristo.
Este mismo día me encontré con hermano Francisco Arbizù por primera vez en El Salvador. Nos regocijamos mucho por volvernos a ver. Oramos y comenzamos a considerar los planes a llevar a cabo en los primeros días de nuestra estadía misionera.
PRIMERA HOSPITALIDAD
Habíamos pasado la navidad de 1930 con mi familia, el país que vendría ser mi patria misionera. Yo estaba un poco confundido con algunas cosas extrañas como la reventazón de cuetes el 24 de diciembre que una costumbre nacional. Creí que me encontraba en medio de una revolución al oír el estruendo de los morteros artesanales. Solo dentro de dos años me encontraría en la  revolución comunista del 32 en el pueblo de Tacuba, Ahuachapán. Hermano Francisco me llevó a a presentar a hermano Pedro Hernández. Quien era un creyente devoto y nos hospedaría por unos días. Ellos fueron muy amables con nosotros. Pronto nos hallamos en ambiente en santa Ana. Oramos, cantábamos a Dios y adorábamos con la familia. La incertidumbre desapareció y Dios confirmó nuestros pasos al venir a una  tierra extraña. Una vez más Dios reconfirmaba nuestro llamado al campo misionero en El Salvador.
Era gente de campo pero  con una gran sinceridad. Inspiraba ver como adoraban a Dios: Lloraban y clamaban a Dios, regocijándose en Él. No había orden ni liturgia en el culto y el Espíritu Santo estaba presente. Al comenzar el culto, Joya y yo, les saludamos, les explicamos el propósito de nuestra estadía en el país y luego predicábamos. Les enseñábamos la vida cristiana bíblica llena del Espíritu Santo. Estuvimos una semana con ellos disfrutando la hospitalidad de Ángela. La congregación siempre gozosa y dispuesta a cantar, adorar, testificar y a aprender más de Dios. Realmente disfrutamos los primeros días de nuestra estadía en el Salvador, conociendo el campó misionero donde Dios nos había enviado. Había mucho trabajo para hacer y la enseñanza de La Palabra de Dios era prioridad. Sentíamos que nos llevaríamos bien con los hermanos en una hermosa comunión, y adoración a Dios.
PRIMERAS IMPRESIONES AL VISITAR A LOS CREYENTES SALVADOREÑOS
Pedro nos acompañó, junto a hermano Arbizú estar en nuestro primer culto. Los hermanos que visitaríamos habían tenido mucho interés en solicitar un misionero estadounidense para ayudar en El Salvador. Joya y yo estábamos ansiosos de estar con ellos. Pedro nos condujo en tren al Congo – un poblado que se había fortalecida con la línea  férrea pasando en medio de la comunidad. Había estación del tren allí. A 20 kilómetros de Santa Ana. Fue un lugar estratégico para Federico Mebius y pioneros para viajar por tren en el país. En el Congo estaba uno de los grupos más grande de creyentes pentecostales. Federico Mebius los había liderado y nació de un avivamiento pentecostal como el de calle Azusa en los Ángeles, USA. Yo apenas tenía una semana de haber llegado a El Salvador. Me había encontrado con cosas nuevas y extrañas para mí y tenía muy pocos conocidos en el lugar. Una nueva cultura y gente por conocer. Al llegar a la reunión del Congo encontramos unos 40 o 50 creyentes pentecostales reunidos salón largo y sentados en bancas rústicas de madera.  Los himnos se cantaban espontáneamente. Había constantes exabruptos de adoración y de hablar en lenguas. Varios hermanos hablaban con autoridad, pero sin entendimiento. Pedro me invitó a dar un corto mensaje. Todo el culto fue de testimonios cristianos y de canto.  Al terminar el culto parecía que nadie tomaría cuidado de donde habíamos de dormir Pedro y yo. Yo le pregunté a Onofre de quien nos daría posada para dormir esa noche. No había luz en el cuarto donde nos habíamos reunido en el culto. Onofre había traído unas sábanas para cubrirnos en la noche al dormir. Nos comenzamos a acostumbrarnos a la hospitalidad sincera de los creyentes. 

Ángela Macías, al saber la noticia de nuestro arribo y vino a saludarnos y nos  dijo: “Voy a buscar un lugar adecuado para ustedes para rentarlo. Yo conozco bien la ciudad. Hermano Arbizù nos dejó para atender su taller de zapatería. Pedro se fue a atender su tienda en el mercado. Nosotros nos quedamos para escribir correspondencia. Hacer reporte misionero a Springfield, hacer cuentas financieras y prepararnos para el culto de la noche. Descubrimos que en el clima tropical una hamaca es perfecta para una siesta. Hermana Ángela regresó para informarnos que había hallado una casa con dos dormitorios en la  ciudad de Santa Ana.  La rentamos un poco indecisitos por nuestras escazas finanzas. Tenía un suelo en cementado, un cielo de teja y un cielo roto de madera. Atrás una puerta ancha. Un foco de 25 wat en cada cuarto. El servicio sanitario de madera y lo compartíamos con los otros inquilinos. Ventanas de madera con pasadores de hierro.  Con una hamaca, una silla, unas cajas de cartón nos mudamos al mesón. 
Seguidamente presté herramientas para armar un closet improvisado para la ropa en una esquina del cuarto con un palo cruzado.  Una tabla para comedor, Encontramos pocos creyentes en la ciudad, pero nos habían dicho que había  varios grupos de creyentes pentecostales en el interior del país. La gente sabía de nuestra llegada y nos estaban esperando. Preparamos las maletas con hermano Arbizú para nuestra primera gira a visitar a los creyentes fuera de Santa Ana.  La ruta que llevábamos era de subir y bajar colinas. Eran cafetales con calles polvosas en el verano y en el invierno: lodosas. Pocas calles eran transitadas por vehículos.  Las calles con hoyos que eran hechas por las bestias y carretas.  Muchos de nuestros viajes eran a pié. Eran pocos los que poseían bestia. Cada uno cargaba su maleta. Con el tiempo aprendimos a montar a caballo. Joya había aprendido cuando vivía en USA, Texas. Owen disfrutaba montar a caballo. Yo encontraba dificultad  con los animales pícaros. Cuando llegamos al primer lugar nos dimos cuenta que Ángela nos iba a hospedar. Nos llevó en medio del bosque a su casa. Nos acomodó en un cuarto privado y nos ofreció deliciosa comida.
Nuestra sorpresa fue cuando nos reunimos para el culto. Era un rancho hecho de paja con madera rústica.  De 6 por  metros el salón. Piso de tierra.  Las bancas eran de troncos de madera, la luz amarillenta y había humo.  La gente oraba a gritos, otros de rodillas, postrados. De 40 a 50 gentes reunidos. Nadie se preocupaba por  el orden o liturgia. Comenzaron a cantar sin instrumentos; cada quien cantaba en su propio tono,  ritmo y tiempo. Algunos cantaban su propio himno. Había sinceridad y la presencia de Dios se sentía fuertemente. Había exclamaciones de adoración y en otras lenguas. Algunos creyentes temblaban y se retorcijaban  bajo la presencia de Dios. Otros oraban por otros creyentes imponiéndoles las manos. Testimonios espontáneos. Hermano Arbizú tomó el  tiempo y el culto se comenzó a ordenar. Cantamos, se  leyó la Biblia con más orden. Fui presentado ante los presentes por el misionero por el cual se estaba orando que llegaría de USA para ayudar en el orden de los grupos de pentecostales esparcidos en El Salvador. Sentí una genuina confirmación de mi llamado misionero al país  al oír sus palabras sinceras.

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