domingo, 13 de octubre de 2013

EL SALVADOR: CAMPO MISIONERO




PRIMEROS AÑOS EN EL SALVADOR
A medida que desarrollaba mi servicio a Dios organizando los grupos de creyentes, conociendo los líderes locales, viajando,  me dí cuenta de la  gran ayuda que mi esposa Joya me daba.  Ella estaba a cargo de la casa: Hacía compras, preparaba el menú semana y cocinaba los alimentos. Hacía milagros con el presupuesto para que alcanzara, especialmente cuando los fondos de norte no llegaban regularmente. Las iglesias que visitaba aportaban ofrendas y víveres. Ahorraba para el médico y medicina para cuando nos enfermábamos.  Además enseñaba en el Instituto Bíblico. Enseñaba y predicaba en la iglesia los domingos.  Joya se ajustaba bien a la vida misionera. A fin de ahorrar fuimos a vivir en el campo con los hermanos hasta tres o cuatro meses. Entre cafetales con la familia Navas, Cerro Verde, a 1800 msnm. Renté una carreta halada por  bueyes y cargamos nuestras pocas pertenencias y nos fuimos a vivir al Cerro Verde; desde donde teníamos una linda vista al Lago de Coatepeque, Volcán de Santa Ana y un clima templado. Iniciamos nuestro viaje desde la ciudad por calles polvosas. Acercándonos eran veredas con hoyos hechos por las ruedas de la carreta y  bestias.
Otro campesino decía que el no necesitaba salvación pues no hay alma en el humano y que con la muerte todo se acaba.  Para convencer al hombre  que decía que no había alma; Tani Morales se hizo hacia atrás como tres metros y con un gran corvo desnudo  en la mano le amagó como que le iba a machetear. El hombre palideció y temblaba de miedo. El hombre de campo volvió en sí y consintió en lo que Tani le decía. Había alma dentro de él pues tuvo miedo de morir.
“¿Porque tenes miedo”, preguntó Tanis. Miedo de que me matara”, replicó el hombre. ¿Por qué tenés miedo, sino tenés alma”, preguntó Tanis . Si tengo alma contestó el hombre.  Convencido por el evangelismo tigre de Tani.  Era la teología de Malco al quitar la oreja al guardia. Es cuando queremos  quebrar el brazo a Dios para llegar a cabo los planes de Dios a nuestra manera.
Bebedero – Berberere-, a  kilómetros al norte de El Congo, entre cafetales y a 1500 msnm, se encontraba otro grupo de pentecostales a visitar. Les visité varias veces para enseñarles la teología bíblica básica. Ellos crecieron y maduraron rápidamente en la fe . La estación del tren estaba a   kilómetros de allí. Era el segundo grupo a organizar en el fino de la montaña y entre cafetales de altura.
Al llegar al lugar, la familia nos recibió con gran alegría y expresiones de gozo, agradecidos de hospedar a una familia norteamericana. Como la primera vez aceptamos vivir con ellos en una casa pequeña. El amor, hospitalidad y sinceridad nos ayudaba a sentirnos bien en este lindo país. Tuvimos lindas expresiones de cariño y convivio. Amor fraternal. Ellos nos daban la comida, vivíamos en constante adoración y oración, viajando con ellos conociendo a los hermanos. Joya ayudaba a prepara la comida y cuidaba a los niños. Estabamos conociendo las costumbres de la gente. Preparamos la navidad: ensayamos un coro, drama. Joya le agradaba montar a caballo, mula cuando viajábamos. A mi me gustaba caminar a pié con los otros hermanos. A medida que nuestros niños crecían, Joya les enseñaba a leer y escribir. Recibíamos escuela por correspondencia Calvert. Las lecciones ya venían preparadas para su nivel de aprendizaje. Ella les  guiaba en su progreso educativo.
Recorríamos el país visitando los grupos pentecostales, que había liderado Federico Mebius,  en viajes de dos o tres semanas. Eran diferentes giras: La costa de Ahuachapán, Cerro Verde, Sonsonate- las lajas, Guayabo, Las higueras; Oriente. Permanecíamos 2 o 3 días en cada iglesia, donde nos hospedaban y alimentaban los hermanos nacionales. Después tuve que viajar a Guatemala, Honduras, Nicaragua a ayudarles. Yo iba a abrir brecha a la par de los líderes nacionales.
Mi carpintería para hacer muebles de la casa era improvisada. Con cajas de madera desocupadas donde venían los galones de gas y gasolina hice mi escritorio. Con dos galones desocupados y una tabla en medio hice mi escritorio. También hice una cocina, mueble para guardar trastos. En una ocasión vine a la cocina y logré salvar a Owen de una avalancha de trastos, peroles de cocina que se le venían encima. Owen se había subido sobre tres cajas de madera para alcanzar unas galletas. Improvise una zapatera y cama para owen con cajas y madera. Con un alambre en el patio hice un colgadero de ropa para asolearla. A medida que compraba herramientas hacía mejores muebles para la casa. Hice un caballito de madera para Owen. Un carrito. Owen era feliz con los juguetes improvisados.
La típica cocina en el campo era de leña. 3 o 4 quemadores. Los peroles  eran sostenidas por patas de hierro.  La cocina era de 1.50 m por 1 m. de ancho. Sobre la base de lodo seco sostenidos por plancha de lodo seco que era sostenido por madera rústica. 6 patas. 1 metro de altura. Yo construí una más económica con barriles vacíos. Daba bastante fuego, era más económica y eficiente en la casa.
Era una vida de campo entre cafetales de café de altura. Frijoles negros con tortilla de maíz. Era nuestra dieta diaria. Comprábamos carne en el mercado. En un asador lo poníamos sobre el fuego y gustaba deliciosa. Comprábamos 5 o 6 libras de cante y hacíamos un rico asado – beaf teak- . Había siempre abundancia de frutas: naranjas, guineos, aguacates, mangos, guanabas. Había vegetales silvestres como el chipilín, pacaya, palmitos, -como el espárrago-. Podríamos comer mucha variedad de fruta ilimitada solo por nuestra escasez económica. El dicho de la gente del lugar era: “El país donde nadie muere de frio, calor, hambre o sed”. La tierra fértil y la gente muy trabajadora. Además eran personas, amables, hospedadoras.
Nuestra sorpresa fue cuando nos reunimos para celebrar el culto de la noche.  Era un rancho de paja con madera rústica – no aserrada-  De 6 po 10 metros. Piso de   tierra. Las bancas improvisadas con troncos de madera. La luz amarillenta y humo que entraba de la cocina. La gente oraba a gritos. Oraban de rodillas, postrados, De 40 a 50 gentes reunidas. Nadie se preocupaba por el orden del culto o liturgia. Comenzaron a cantar sin instrumentos, Cada quien cantaba en su propio tono, ritmo y tiempo. Algunos cantaban su propio himno.  Había sinceridad y la presencia de Dios se sentía muy fuerte. Como un viento recio.  Había exclamaciones de adoración y hablaban en otras lenguas en voz alta. Los creyentes temblaban y se retorcijaban en la presencia de Dios. Unos oraban por otros imponiendo manos. Testimonios espontáneos.
Hemano Arbizú tomó el tiempo y se comenzó a orar y cantar en mas orden. Leímos la biblia y cantamos. Fui presentado a los creyentes como el misionero norteamericano por el cual se estaba orando para ayudar a orientar pentecostés. Sentí genuina confirmación de mi llamado a trabajara en El Salvador al oír la expresión sincera de ellos.
Sería: Alma Loida Cooper, Stewart, Williams.








  CAPÍTULO II
PATRONES DE CRECIMIENTO
ANÁLISIS DE LOS PRIMEROS AÑOS EN EL SALVADOR
Comenzamos a conocer la situación de los grupos pentecostales guiados por líderes locales. Ellos nos narraban la situación anterior a nuestra llegada y la ubicación geográfica de los grupos. Compartíamos oraciones, alabanzas en los cultos y ellos nos hablaban de como se hacían las cosas. Todos los grupos estaban en el campo, ninguno en ciudad, excepto El Congo.  Los grupos no tenían un orden litúrgico. Algunos un poco y otros nada. Encontramos unos grupos que creían que tratar de establecer un orden en el culto era estar contra la dirección de Espíritu Santo.
La mezcla de ignorancia de la Biblia, el emocional ismo, la novedad del pentecostés, fanatismo eran factores del desorden, pero había que corregir. Los creyentes entraban al lugar de reunión que era una choza de paja, con suelo de tierra, polvo y  sucio. Pilares de madera sin aserrar, El techo de varas de bambú o madera raíza. Pocos lugares tenían adobe y construcción un poco más formal.
Usualmente los hermanos se arrodillaban postrados de rodillas – como adoran los musulmanes- . Oraban a gritos. Frecuentemente hablaban en lenguas. Los cantos comenzaban espontáneamente y sin ritmo y tono adecuados. En unos lugares era considerada como carnalidad cantar con himnario pues la alabanza debía ser guiada directamente por el Espíritu Santo. El canto, las oraciones, testimonios, exhortaciones de la Palabra eran a menudo espontáneas. Algunas veces varias opiniones eran expresadas seguida de testimonios. La opinión  que prevalecía era que Dios enseñaba la Palabra por el Espíritu Santo y no por la palabra misma. Había frecuentes revestimientos del Espíritu Santo y con movimientos abruptos, seguidos de oraciones y hablar en leguas. Agitación física y postración.  Creían en pantomimas y testimonios como los de Acabo : “quien vino a ver nos, y tomando el cinto de Pablo, se ató las manos y los pies, y dijo: "Así dice el Espíritu Santo: Así atarán los Judíos en Jerusalén al dueño de este cinto, y lo entregarán en manos de los Gentiles.'". Había tiempos de arrebato y adoración y bendición con manifestaciones del Espíritu Santo. Esto en grupo. Algunos veces estas reuniones llevaban 1 a 3 días.
Doctrinas erróneas eran enseñadas. Cuando una persona caía en pecado ya no tenía oportunidad de de arrepentirse alcanzar perdón de Dios. No había necesidad de partida de matrimonio pues el que la extendía estaba en pecado. Si un cónyuge no era creyente podía dejarlo para casarse con otro u otra que fuera evangélica. Tuve que enfrentar situaciones como éstas y otras más que me contaron que de dieron en el pasado. El líder principal enseñaba estas enseñanzas o las toleraba. Por supuesto que habían otros creyentes que tenías conceptos correctos y leían la biblia. Deseaban una correcta interpretación de las Escrituras. En general la escritura que mejor describe la situación que encontré en los grupos pentecostales cuando llegué a El Salvador la encontramos en Jueces 21:25 “ En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía. “
 Yo quería convertir esta situación en positivo cuando Dios me lo permitiera  y el Espíritu Santo se manifestara. Orar y buscar a Dios era la prioridad para esta gente. ¿Cómo se entendía la presencia de Dios en medio del error de interpretación de esta gente santa?, era mi pregunta.  No podía entender como en medio de la ignorancia Dios se manifestaba.  Un punto era a favor de esta situación: Esta gente en su mayoría había sido reunida por el mover del pentecostalismo primitivo en todo el mundo y no por la predicación exclusiva de la Palabra.  Ellos no habían tenido relación con otros cristianos evangélicos.  Unos pocos con el catolicismo y su poco entendimiento de la Biblia. Lo que sentían y disfrutaban en pentecostés era los que expresaban: sueños, revelaciones y dones espirituales para su diario vivir.
Antes de enviar la carta a Perkins, oré y pensé bien lo que le iba a decir. Aunque no llegó la respuesta que yo esperaba,  la respuesta vino. Llegó en el tiempo de Dios y un valor incalculable. La respuesta del secretario de misiones de estados unidos me desilusionó al principio. Con la gracia de Dios y la experiencia que el tenía en el asunto él me decía: “No tenemos misioneros disponibles por de pronto para enviar; además si los tuviéramos  no tenemos los fondos financieros para enviarlos y sostenerlos en el campo. Además de esto no estamos seguros de poderle enviarle sus sostén financiero a usted. Estamos confiando en no tener que retirarlo del campo por falta de sostén en las oficinas de Springfield.” ¿Podría haber otra respuesta más desalentadora  que esta? ¿Cuándo tu haz orado fervientemente y con esperanza ¿. No recuerdo otra después de esta carta que recibí del departamento de misiones de Los Estados Unidos de América en 1930. Había mucho trabajo en el campo y Dios nos estaba usando. Estábamos optimistas y deseosos de continuar el trabajo. ¡Fue como un balde agua sobre nosotros¡
Casi inmediatamente vino la respuesta: “Los misioneros están listos en El Salvador”. Ellos están aquí. Los veo todos los días y son muchos. Dios los va a usar y el maligno no los podrá parar.
Fue un milagro instantáneo. El continuo derramamiento del Espíritu Santo y Dios llamando a estos hombres y mujeres a adiestrarse en la obra de Dios.  El rápido crecimiento de los grupos por el campo era una bendición. Era un avivamiento llevado adelante por el Espíritu Santo. Los creyentes se movían con una inspiración maravillosa. Predique 400 veces en el primer año que llegué a El Salvador; a pesar de viajar en bestia, a pié en calles de polvo y lodo.

REUNIONES DE COMPAÑERISMO Y REGOCIJO
Comenzamos a reunirnos con los líderes de los grupos esparcidos en el campo a medida que Dios nos guiaba en este nuevo trabajo. Estas reuniones eran realmente necesarias. 1927-1928. Enseñábamos la Biblia y como llevar a cabo un culto en orden en los grupos establecidos. Comencé a notar que algo se estaba perdiendo en las  reuniones. Estábamos enseñando verdades bíblicas. Veíamos un avance en nuestro trabajo de ordenar la iglesia, pero no había libertad del Espíritu Santo para manifestar sus dones. En vista del desorden que hayamos al llegar al campo estaba tratando de ordenar.  Parecía estábamos perdiendo el balance al perder la expresión pentecostal.
La gente se había reunido antes de nuestra llegada para disfrutar el pentecostalismo en reuniones programadas para Semana Santa en el Cerro Verde. Se reunían por varios días para orar, cantar y disfrutar del derramamiento del Espíritu Santo, sin tener en cuenta la enseñanza bíblica y el orden en el culto. En el país hay fiestas religiosas todo año, se aprovechaban estas fechas para llevar a cabo reuniones de adoración y fervor pentecostal.
Mientras considerábamos nuestro trabajo misionero en  el campo y las Necesidades y  estrategias  a llevar a cabo, Dios nos mostró un camino a seguir.  Tener reuniones regulares mensuales con líderes en todo el país. Las primeras reuniones se fijaron para días sábado y domingo, éstas se rotaban por los grupos y el grupo anfitrión se encargaba de alimentación de los presentes. Las reuniones eran lideradas por el Superintendente y Srio. Tesorero. Eran reuniones donde había derramamiento del Espíritu santo, conversiones, bautismos en El espíritu Santo y sanidades. Estas reuniones trajeron expectación Dividimos el campo en tres secciones: Santa Ana, Ahuachapán y Sonsonate. Serían reuniones de seguimiento. Con el tiempo se abrieron las secciones de San Salvador, San Miguel y Usulután, estableciéndose  iglesias pentecostales en los 262 municipios de país, además en cantones, caseríos y aldeas. Pentecostés fluyó inundando de bendiciones pentecostales en el pulgarcito.
Varios beneficios surgieron como resultado de estas reuniones que reforzaban nuestra fe y sentíamos como Dios nos iba guiando. Era una fiesta espiritual a la que asistíamos. El pastor se reunía con su presbítero por una hora donde podía tener asesoramiento de su trabajo. Problemas pastores eran resueltos en consenso. La reunión era de planeamiento y seguimiento en su distrito. En estas reuniones los pastores jóvenes aprendían de los pastores de experiencia. El segundo beneficio era que los grupos débiles recibían fortaleza de los grupos grandes. Un grupo pequeño recibía apoyo cuando era visitado por el grupo de iglesias a la vez. En vez de verse solo 10, llegaban 100 o 200 creyentes. Los creyentes eran respaldados y eran más respetados en su comunidad. No están solos decía la gente. Aún ganábamos representatividad ante el gobierno cuando una pareja de GN; Guardias Nacionales llegaban a inspeccionar la reunión que no hubiera borrachos y desórdenes en la comunidad. Al llegar se les atendía, con café y pan. Se sentaban en las hamacas o bancas en los patios. Ellos reportaban a sus oficiales de una reunión pacifica y se ganaba respeto, y admiración por no convertidos.
Cualquier reunión de creyentes pentecostales era una posibilidad de fundar una iglesia. Comenzaba con un grupo de niños de escuela dominical o con un culto al aire libre domingo en la tarde. El culto se llevaba a cabo en el patio de una casa o  en el jardín de una casa de campo. Con suelo lodoso por el agua del invierno, con árboles de sombra de cafetal. Así comenzó el pentecostés en El Salvador. Con una ramada de varas de bambú para defender del sol y lluvia. Allí estaba el culto. Poco a poco hasta tener solar propio y comenzar a construir su templo.  Las paredes de bajareque con bastante entrada de luz. Un techo de paja o teja y un suelo de tierra. El polvo mojado luego se hacía un suelo duro. La construcción era dirigida por los líderes de la iglesia. Todo esto le daba prestigio a la congregación.
EL GUAYABO, ARMENIA, SONSONATE
Y o había estado predicando varias veces en este lugar, pero hoy la visita era especial. Era para celebrar navidad y la dedicación del nuevo templo de El Guayabo, Armenia. Al borde de una hacienda cañera, cafetalera de la familia Dueñas, San Isidro. Hoy hacienda cooperativa agraria. Esto en las laderas del volcán de Izalco, Santa Ana y Cerro Verde. Los lugareños tienen sus pequeñas parcelas de tierra y allí cultivan, café, azúcar, caña, guineo. La tierra produce abundantemente. Disfrutamos un tiempo precioso de adoración en Navidad.
Pioquinto Flores, pastor pionero, fervoroso, activo, muy querido por su gente, era el pastor de Guayabo. Había 60 gentes en el culto. Sinceros adoradores.

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